América Latina enfrenta retos significativos en términos de salud pública. En ocasiones el problema se vislumbra con tal magnitud que resulta difícil desmembrarlo para proponer soluciones tangibles.
Aun cuando la mayoría de los países de la región han podido reducir el regazo en términos de acceso a servicios de salud. En particular las poblaciones en condición de vulnerabilidad en la región tienen mayores complicaciones de acceso. Adicionalmente, en la mayoría de los países existe el reto de mejorar la calidad y la cobertura de seguros de salud, públicos o privados, pues muchos de estos están predominados por la condición de empleo de las personas; la suma de estos factores tiene como problemática principal elevados gastos de bolsillo en salud.
Existen diversos factores que necesitan atacarse para mejorar los servicios de salud, entre ellos la transición epidemiológica, la calidad de la atención médica, los recursos de capacitación, tecnológicos y materiales con los que cuenta el personal médico y de enfermería. La corresponsabilidad en la atención, las características de enfermedades crónicas y los costos que éstas implican que derivan en una necesidad urgente de mejorar la calidad del servicio. La desigualdad, situación similar se puede observar entre poblaciones rurales y urbanas, así como con las poblaciones indígenas de la región, la necesidad de financiar la prevención y el tratamiento de enfermedades cada vez más complejas, caras y duraderas, el uso de tecnologías y medicamentos cada vez más sofisticados hacen que los sistemas de salud en América Latina se enfrenten a un retos significativos.
Sobre este contexto, modelos innovadores han salido planteados por parte del sector privado para atender a cierto sector de la población.Finalmente, existen retos de corto y mediano plazo relacionados con las dinámicas económicas y políticas a las que se enfrenta la región.
El Informe sobre la salud en el mundo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estimaba en 2010 que entre el 20% y el 40% de todos los recursos gastados en sanidad se despilfarraban. La combinación inadecuada o costosa de profesionales, precios altos, baja calidad y uso irracional de medicamentos, sobreutilización de productos y servicios sanitarios y desvíos debidos a la corrupción y el fraude eran algunos de los elementos que propiciaban esta ineficiencia. El documento también hacía hincapié en que se asignaban recursos a intervenciones que no maximizan las mejoras en salud, como puede ser gastar más en cuidados curativos que en medidas preventivas. La subutilización de medicamentos genéricos es otra gran fuente de ineficiencia.
Según el Índice de Acceso y Calidad Sanitaria, publicado por la revista The Lancet -que evalúa los resultados en la salud de 195 países desde el año 1900 hasta el 2015- Chile lidera el ranking regional seguido por Cuba, Costa Rica y Uruguay. En el periodo de 25 años definido por el estudio, la puntuación media de América Latina creció casi 15 puntos, pasando de 50.1 a 64.7 puntos y todos los países siguen mejorando su calificación.
Otro informe desarrollado por el Instituto de Evaluación y Métrica Sanitaria de la Universidad de Washington (EEUU), cuyos índices de mortalidad de 32 enfermedades; países como Colombia, Brasil, El Salvador, Panamá, Nicaragua, México y República Dominicana, se encuentran en una zona media, mientras que Ecuador, Paraguay, Bolivia, Guatemala y Honduras ocupan las posiciones más bajas.
Muchos de los ámbitos de mejora siguen siendo los mismos nueve años después de los identificados por la OMS en 2010, entre ellos:
El objetivo social principal es hacer más con menos, numerosos países de la región anticipan más restricciones presupuestarias, por consiguiente las políticas deben centrarse en mejorar la eficiencia de la atención de salud invirtiendo en intervenciones que logren los mejores resultados. Lograr cobertura universal requerirá no solo mayor inversión para la salud sino también más salud por dólar invertido.
Los retos en materia de salud en América Latina no son menores. Sin embargo, la población en la región está viviendo una transformación que permite pensar que estamos frente al momento y el mercado ideal para que la innovación y nuevas tecnologías sean parte de la solución a dichos retos. Con una población combinada de más de 600 millones de personas, será fundamental que las políticas públicas adoptadas por los gobiernos en la región arropen este contexto y potencialicen el poder que tiene la innovación para enfrentar los diversos retos en materia de salud.
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